Por
Jaime Restrepo Vásquez
La
escalada militar que las FARC han desplegado durante los últimos días en el
Cauca no puede explicarse desde la perspectiva de un conjunto de acciones
terroristas sincronizadas. De hecho, la
situación se venía incubando de tiempo atrás y fue planificada con sumo cuidado
por el grupo terrorista.
Desde el
año 2005, algunos sectores comenzaron a presionar al gobierno Uribe, para que
cumpliera los caprichos de las FARC y despejara los municipios de Pradera y
Florida, en el departamento del Valle. Tal exigencia, respalda incluso por el entonces gobernador Angelino Garzón, no tenía
como finalidad la búsqueda de un escenario para unas hipotéticas negociaciones
de paz: con este despeje, las FARC intentaban consolidar el corredor de
movilidad entre el Cauca, el Valle y el sur del Tolima.
Por un
lado, el Cauca ha representado para las FARC, además de una importante fuente
de recursos gracias a los cultivos ilícitos, un territorio en el que reclutan a
numerosos indígenas que se entregan con docilidad a la causa terrorista. De hecho, el ahora embajador en el Perú, Luis
Eladio Pérez, en su libro 7 años
secuestrado por las FARC dice:
“Muchos miembros de la guerrilla, tanto hombres como mujeres, son indígenas y, por lo tanto, grandes conocedores de la zona. Por eso eran los guías en las marchas”.
En
cuanto al sur del Tolima, el Parque Natural de Las Hermosas, históricamente ha
sido un santuario terrorista. De hecho, durante varios años se adelantaron en la
zona, distintas operaciones militares para dar de baja al terrorista ‘Alfonso
Cano’, quien utilizaba el corredor para desplazarse hasta el norte del Cauca,
zona en la que finalmente fue dado de baja.
Así las
cosas, por lo menos durante siete años, la importancia del corredor que
comunica al norte del Cauca con el Valle y el sur del Tolima era ampliamente
conocida. No obstante, solo hasta hace
poco más de dos meses, se tomó la
decisión de cortar ese corredor, con la instalación de un batallón de alta
montaña en el Cerro de Tres Cruces, en inmediaciones del municipio de Miranda,
también en el Cauca.
Ante la
ocupación territorial del área estratégica, materializada a principios de junio
de este año, surgió de inmediato una respuesta por parte de numerosos
pobladores de Miranda, previo acuerdo con las FARC, según afirma la representante de la Organización Pluricultural de Pueblos Indígenas de Colombia: más de 200 indígenas acamparon junto a la base militar
de Tres Cruces, exigiendo
el retiro de la unidad militar. De hecho, según el comandante de la Brigada 24 Móvil del Ejército, existía preocupación por la posible
presencia de miembros de grupos ilegales en dicha manifestación. Más claro: las FARC estaban movilizando a los indígenas
en Miranda, para evitar la interrupción del corredor estratégico.
Es que justamente el municipio de
Miranda es el punto neurálgico del eje que comunica el Valle con el sur del Tolima y el norte del
Cauca –Toribío y Jambaló–, por lo cual, una presencia constante del Ejército en
el lugar, dificulta la salida de narcóticos y el ingreso de suministros y material
de intendencia para las FARC. (Ver mapa)
Esa movilización de indígenas, que ha
crecido en los últimos días con las asonadas realizadas contra instalaciones
militares y policiales, no es gratuita. Además de ser socios de las FARC en la
producción de narcóticos, muchos de ellos tienen lazos de sangre sumamente fuertes, pues un
alto número de combatientes de las FARC son indígenas y sus familias se mueven
para favorecer –o proteger– a aquellos jóvenes que tomaron las armas.
Con el paso de los días se evidenció que
la protesta en Miranda era solo la retaguardia de una acción que las FARC
venían trabajando de tiempo atrás en esa zona del país. Para tal fin, durante varios años, los
terroristas concentraron material bélico y logístico en el norte del Cauca y
después de la muerte de ‘Alfonso Cano’, emprendieron una reubicación de
numerosos frentes que se trasladaron de Las Hermosas y del Huila, al norte del
Cauca.
Ya con las armas y los combatientes en
sus posiciones
–la mayor parte milicianos disfrazados de civiles e indígenas– solo era necesario esperar a que el gobierno instalara la base en Tres Cruces,
para tener una excusa que les permitiera iniciar la escalada militar. La primera
fase de la ofensiva fue la protesta en Miranda. Un mes después, fue activado el núcleo militar en Toribío y Jambaló,
poblaciones atacadas sin misericordia por el grupo terrorista.
Sin embargo, con la situación en
Miranda, la respuesta del Estado se torna difícil, pues hay un escudo humano
que impide el cerco militar contra los 600 combatientes que las FARC están
utilizando para la escalada contra Toribío y Jambaló. Además, al suroccidente del Cauca,
concretamente en el municipio de Argelia, las FARC vienen ejecutando la fase de
inmovilización de refuerzos, pues al menor movimiento de las unidades del
Ejército o de la Policía –para respaldar a las tropas que están ubicadas al
Norte–, se presentan ataques y escaramuzas que impiden el abandono temporal del
sector.
En su momento, ‘Tirofiijo’ aseguró que
la gran batalla se daría en el páramo de Sumapaz. Pues bien: los hechos
demuestran que es el norte del Cauca el epicentro de la gran batalla, y que de
las decisiones que tome el gobierno nacional dependerá que las FARC pierdan
este gran esfuerzo o recuperen el control territorial de una zona estratégica,
lo que permitirá el resurgimiento sangriento de los terroristas y la
prolongación en el tiempo de la confrontación.
No hay que perder de vista que la crisis
del Cauca puede ser aprovechada políticamente como la demostración de la
existencia de un conflicto entre el Estado y algunos de sus ciudadanos, lo que
unido a la consolidación de las FARC en ese territorio, abriría de inmediato
las puertas para la declaratoria del estatus de beligerancia para el grupo
terrorista… en esas condiciones, los aúlicos del diálogo claudicante tendrán
las herramientas para presentar oficialmente las negociaciones de “paz”. ¿El gobierno escogerá la batalla final o la
rendición y el premio al crimen altruista? En el norte del Cauca está la
respuesta.
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