23 de enero de 2012

¡La gerencia del IDU necesitaba una especialista en opinión pública!

Por Jaime Restrepo Vásquez

Dentro de la fauna que se ha apoderado de los destinos de Bogotá, por obra y gracia de las artimañas y de los votantes; llama la atención la presencia de varios entusiastas samuelistas en el gabinete distrital.

El caso de Mafe Rojas resulta esclarecedor: defensora a rabiar de Samuel Moreno, fue elegida como edilesa de Teusaquillo por el Polo Democrático. En aquellos tiempos, cuestionar a Moreno era un insulto, un despropósito que la señora Rojas respondía con las habituales arengas: que se perseguía a los que “pensaban distinto”, que era la demostración del corazoncito paramilitar que teníamos aquellos que cuestionábamos al alcalde Samuel, que nos oponíamos al progreso de la ciudad y que los señalamientos salían de los sectores retardatarios.

De golpe la señora Rojas cambió aparentemente de bando e ingresó al club de los que perseguían a los que “pensaban distinto”, pues se lanzó a la oposición contra Samuel Moreno. Seguramente motivada por su antiguo jefe, el “progrepolista” Carlos Vicente de Roux, decidió jugarse varias cartas políticas: renunció a la Junta Administradora Local de Teusaquillo, se lanzó al Concejo de Bogotá y se quemó; sonó como aspirante a la Alcaldía de Teusaquillo y finalmente terminó, sin ninguna explicación distinta a la disciplina partidista exigida en el comunismo, como gerente del IDU.

El proceso de Mafe Rojas resulta esclarecedor para entender el ardid que sirvió como excusa para que eligieran a Petro: primero había que mostrar una disidencia al interior del Polo, dejando que esa marca de la izquierda cargara con el agua sucia de la deplorable gestión de la pasada administración. Luego, como lo recomiendan los manuales del comunismo, había que profundizar la crisis de tal manera que los votantes vieran una división en la que distinguieran con precisión a los buenos y a los malos: los “buenos” eran los Progresistas y los “malos” eran los del Polo.

Después, la receta indica que hay que cimentar el maniqueísmo, criticando, cuestionando y señalando a los “malos” como responsables de la crisis, lo que deja el camino despejado para que los “buenos” coopten las maquinarias afinadas con el asistencialismo parasitario y obtengan el triunfo, ocultando que aquellos que asumen el papel de "buenos" fueron partícipes, gestores e impulsores de los desastres cometidos por los “malos”.

Sin embargo, ya una vez en el poder, los “buenos” vuelven a fundirse con los “malos”, se manifiestan admiración, respeto y se describen como aliados naturales. En Bogotá, el objetivo se cumplió: conservaron la Alcaldía de Bogotá con una marca “limpia” –los Progresistas- aunque siguen las mismas caras, premian a los que aplicaron la estrategia al pie de la letra y entregan cargos sensibles a gente sin ninguna formación ni experiencia en el área en la que van a laborar.

De Mafe Rojas se sabe que es comunicadora y que ha sido una corbata que ha saltado de puesto en puesto en el sector público, aunque también ha pasado por algunas universidades, todo por cortesía de su lealtad ideológica al comunismo. De ella se conocían sus mediocres escritos publicados en su blog y que había sido elegida para la JAL de Teusaquillo. En ese orden de ideas uno se pregunta: ¿Acaso Mafe Rojas no era edilesa de una de las localidades más afectadas por el desastre de la Fase III de Transmilenio? ¿No se dio cuenta en sus recorridos cotidianos por la Localidad de que algo andaba mal? ¿Desconocía las supuestas fechas de entrega de la troncal de la 26 siendo parte de la JAL? ¿El sentido común no encendió sus alarmas frente al retraso protuberante de las obras?

Resulta inquietante, por decir lo menos, que alguien que padeció de primera mano la crisis de la Fase III solo se hubiera percatado del desastre cuando sus jefes “buenos” –Petro y de Roux- sacaron kilometraje de las denuncias del entonces concejal Carlos Fernando Galán contra Samuel Moreno y los Nule. Antes de eso, Rojas no se manifestó abiertamente, ni percibió fallas graves en el proceso de construcción… ¿Será que con esos mismos ojos mirará las obras que emprenderá la nueva administración distrital? Pareciera que Mafe Rojas no ha supervisado ni siquiera la remodelación de un baño en su casa por lo que genera una profunda incertidumbre su liderazgo en el IDU.

Pero no importa: la honestidad de Rojas parece suficiente para dirigir el Instituto que se encarga del desarrollo urbano de la ciudad, de las obras, del mantenimiento de la malla vial y sobre todo, de los contratos más importantes y jugosos que se firman en Bogotá.

La realidad es que en la gerencia del IDU se necesitaba un títere de la cuerda “progrepolista”, que acatara las instrucciones como un perro fiel y que no tuviera capacidad ni conocimientos técnicos para cuestionar decisiones. En cualquier caso, parece que en el IDU, Petro y su banda requerían a alguien que cumpliera las órdenes sin preguntar y que fuera lo suficientemente leal como para asumir los problemas, sin correr el riesgo de las fastidiosas delaciones: las obras de Bogotá serán bien vendidas ante la ciudadanía –para eso la gerente es comunicadora, especialista en opinión pública y marketing político- pero la parte técnica, los costos y sobrecostos, los pormenores de los contratos y todas esas “pequeñeces”, serán conocidos únicamente desde la perspectiva del manejo y control de medios… ¡Brillante futuro le espera a Bogotá!

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