Por Jaime Restrepo Vásquez.
Lanzaron la Ley de tierras, destinada a favorecer los intereses de diversas ONG, políticos y medios empecinados en fortalecer la
maquinaria de los “pacifistas”; y no pasó nada. Al mismo tiempo, promulgaron la Ley de víctimas, con la que se han
reparado incluso homicidios pasionales –conozco un caso en Medellín– y tampoco
pasó nada.
Ante el silencio y la complicidad de los
miles de ciudadanos, “pacifistas” y “guerreristas”, se abrió el apetito del
gobierno y finalmente logró impulsar el Marco jurídico para la paz. Tampoco pasó nada, más allá de las
celebraciones de los que tienen claro que ese es el camino expedito para la
impunidad y elegibilidad de los terroristas… apenas se oyeron tibias protestas
que finalmente se resignaron a la claudicación que representa el
engendro.
Hasta ahí, todo iba bien. A la larga, todas eran medidas que
beneficiaban principalmente a los sectores afines al terrorismo y perjudicaban
a centenares de colombianos desligados de lo que denominan insurgencia,
justificada con las falaces causas objetivas del conflicto.
Pero había que ir más allá. Durante dos
años, el gobierno se empeñó a fondo en una supuesta reforma a la justicia,
aceitando las maquinarias en el Congreso, de tal manera que la enmienda
constitucional se ajustara a las pretensiones de Juan Manuel Santos y de sus
adláteres.
A última hora todo les salió mal, pues
esa reforma beneficiaba jurídicamente a funcionarios y políticos uribistas y eso no lo podían admitir aquellos que una semana antes aplaudían la impunidad y la elegibilidad de los terroristas. Si la reforma hubiese conservado los mecanismos para mantener la
persecución política contra el uribismo, seguramente los micos no hubieran
generado la reacción airada contra el gobierno Santos y contra los congresistas
que conciliaron la reforma.
Por desgracia para Santos y sus
muchachos, esos sectores que profesan la religión de la inquina contra el uribismo, al parecer no entendieron los “buenos” propósitos de los micos colgados al Acto Legislativo. De hecho, en el camino propuesto por el
actual gobierno, nada resultaba más saludable que una reforma a la justicia que
inmunizara, por anticipado, las seguras delaciones y señalamientos que surgirán
de la aplicación del Marco legal para la paz.
Por tal razón, se veía con sorpresa a
los promotores del terrorismo, rasgándose las
vestiduras por una reforma a la justicia que era el siguiente paso que
debían tomar, después de la impunidad y la elegibilidad de terroristas que
ellos mismos promovieron con entusiasmo.
¿Cómo pretendían que el estamento santista se arriesgara a la venganza judicial de los combatientes de las FARC, que
posiblemente se desmovilicen, contra sus jefes y líderes que obran vestidos de
civil? Es que la negociación que avanza con los terroristas será siempre un
escenario en el que muchos quedarán insatisfechos y algunos
se sentirán defraudados por las condiciones impuestas.
De hecho, los palurdos rasos y muchos mandos medios observarán con furia
el resultado de la negociación en la cual, los que “combatieron” desde los
escritorios y ejecutaron las manipulaciones políticas, recibirán el premio
mayor mientras los que dispararon los fusiles, dinamitaron y asesinaron sin piedad, quedarán en la más absoluta
indigencia. Así pasó con el M-19 en su
momento y nada indica que no ocurrirá de nuevo.
En ese momento se encenderán los
ventiladores y los frustrados comenzarán a contar algunas verdades y unas
tantas mentiras. ¿Qué dirá por ejemplo, el “flamante” embajador en el Perú,
Luis Eladio Pérez, cuando algún mando medio confirme las relaciones
con las FARC que el mismo confesó en su libro?
Por todo lo anterior, la reforma a la
justicia era solo una ficha más en el rompecabezas de la negociación con las
FARC, pues blindaba a los políticos, empresarios, periodistas y miembros de
ONG, entre otros; de las delaciones de combatientes y mandos medios del
terrorismo, mostrando que aprendieron la lección de lo ocurrido con las AUC.
Una vez el Acto Legislativo de reforma a
la justicia fue una realidad, los hipócritas y faltos de entendimiento salieron
a clamar por una contrarreforma que enderezara el entuerto, sin comprender que el motivo de su protesta es solo la consecuencia lógica del abominable Marco jurídico
para la paz. Al final, toda la
estructura de apoyo político y mediático de las FARC no correrá el riesgo de
verse señalada y procesada –así sea por pura apariencia– por la rabia en el
corazón de unos cuantos bultos de carne que, en su momento, fueron útiles para
la barbarie… es que en la “paz” santista, lo que saben los del monte será un obstáculo formidable para la
consolidación del proyecto autocrático en Colombia.
Por la vía de la contrarreforma, no
faltará el oportunismo para lograr la legalización de la droga, el cambio en el
modelo económico, la escisión de territorios a favor del ALBA y muchas otras
ocurrencias… Pero el debate no puede
surgir de una falacia, ni de la indignación de los eternamente conmovidos, que
vociferan contra una reforma que pretendía, únicamente, establecer la
salvaguarda natural que requieren los áulicos del terrorismo para avanzar en la
negociación con las FARC.
Si quieren una verdadera reforma, la
Constituyente es el camino: vamos con todo y emprendamos la construcción de una
nueva Constitución en la que, por ejemplo, se elimine el delito político como justificación
para el salvajismo.
Es increíble: promovieron el premio a
los criminales “altruistas”, pero aparentan molestia por la reforma a la
justicia, que es solo la ratificación de la inmunidad que quieren tener los que han respaldado y favorecido los intereses de las FARC, únicamente porque
la tal reforma beneficiaría a algunos funcionarios del gobierno Uribe, que
están encartados judicialmente.
Hay que ser claros: si aplaudieron el
Marco legal para la paz, el desarrollo natural del engendro, aprendidas las
lecciones de experiencias anteriores, era proteger a sus promotores civiles de
la venganza, en caso de que algo salga mal, y por lo tanto debería ser respaldada
por las hordas de indignados que no han captado la fina estrategia diseñada por
el más relevante sobreviviente del Cartel de Cali, que maneja a su antojo el
poder judicial colombiano.
AL CIERRE: Renunció el ministro de
Justicia por el fracaso de la Reforma. ¿Y por qué no renuncia también Germán
Vargas Lleras, cuyos dos principales escuderos en el Congreso, Germán Varón
Cotrino y Juan Carlos Restrepo, fueron parte de la comisión de
conciliación del adefesio? ¿Acaso la
presencia y bendición de Varón y Restrepo no demuestra el beneplácito del
gobierno con los micos y demás barbaridades?
4 comentarios:
Los medios de comunicación sobre todo los televisivos Caracol y RCN (montaron un cubrimiento estilo los realitis shows en lo que son expertos) dejaron al Congreso en estado de coma. La gente del común lo que termino creyendo después de toda la andanada de la acostumbrada desinformación es que el Congreso que ya es corrupto quería serlo aun mas pero esta vez llegaría mas lejos asegurando su impunidad. Si la idea era perjudicar a Uribe les salió el tiro por la culata por que el Congreso tiene mala fama y así usted repita cien mil veces que los Uribistas presos se beneficiarían el foco sigue apuntando al Congreso, por delante el arsenal mediático no solo se llevo al Congreso sino que también siente mucho a Un Gobierno que no hacia otra cosa que declararse inmaculado y a su vez criticaba los supuestos actos de corrupción del anterior Gobierno. La carrera Política de Simoncito Gaviria quedo suspendida (con semejante escusa quedo como bobo y en política es mejor ser corrupto que tonto) mientras que el vendaval no cesa los guerrilleros tratan de pescar en rio revuelto donde se puede ver a Navarro Woolf creyendo que esta en los inicios de los noventas promocionando la sétima papeleta, hacer política con un Congreso caído es negocio pero cuando viene de guerrilleros además llegado de partidos corruptos como el polo los réditos que se pueden conseguir son pocos.
BRABONEL:
Este tema tiene mucha tela para cortar, como la escalada de cinismo del actual gobierno, que de golpe se creyó poseedor de un cheque en blanco para dar un golpe de Estado basado en el unanimismo.
En lo personal, no deja de preocuparme la pesca en río revuelto que se puede dar con la Constituyente. Sin embargo, me parece que es el único escenario para debatir y someter a mayorías los modelos que deseamos para la construcción del país.
Saludos y muchas gracias.
Tengo la impresión que mi estimado Jaime entró en una etapa de radicalismo que lo hace creer teorías descabelladas y casi complotistas y secretas o detrás de su artículo oculta algo q sabe y no quiere decir.
Saludos.
Camilo Andrés.
CAMILO:
Estoy completamente enceguecido, pero no veo el radicalismo o la teoría conspirativa, más allá de pensar que las lecciones del proceso con los paramilitares, fueron aprendidas por el régimen actual y por tal motivo, creo que la Reforma a la justicia era la consecuencia natural del Marco jurídico para la paz.
Sin embargo, otros ojos, con otra lectura, me resultan importantes y por eso lo invito a que debatamos los puntos que lo llevan a las conclusiones consignadas en el comentario anterior.
Un abrazo enorme.
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