Por Jaime Restrepo.
A pesar de la “conjunción de los astros” a favor de Santos, las cartas presagian que también podría enfrentar grandes dificultades relacionadas con la legitimidad de legislativo, lo que conduciría a una parálisis en el accionar del Congreso colombiano.
Un amigo, rabioso antiuribista, me decía que uno de sus máximos motivos contra Uribe tenía que ver con que no cumplió su promesa de campaña de cerrar el Congreso de la República en 2002.
Viendo un informe publicado en El Universal de Cartagena, no deja de retumbar aquel reclamo, pues el Congreso que se posesionó el pasado 20 de julio puede colapsar por cuenta de los procesos judiciales que se adelantan contra un alto número de legisladores.
No es casualidad que los procesos por parapolítica hayan entrado en un letargo judicial. En el propósito inquisitorial de la Corte Suprema de “Justicia”, la reducción en el ritmo significa una espera para golpear con toda la fuerza al legislativo recién posesionado. Es importante recordar que el nuevo Congreso enfrenta el nuevo escenario de la silla vacía, que incluye no solo la pérdida de investidura sino también de la curul para el partido por el cual fue elegido el candidato que sea condenado.
Seguramente el primer golpe vendrá contra el nuevo presidente del Senado Armando Benedetti, a quien Mancuso y sus esbirros aborrecen y contra quien prepararon una celada que obviamente la Corte acogerá complacida.
Pero ése será solo el principio de la nueva embestida. El informe de El Universal señala que hay 80 congresistas repitentes que están encartados en procesos, y otros 80 antiguos Representantes a la Cámara que están vinculados al proceso por prevaricato en la aprobación de la segunda reelección. Esto significa que casi una tercera parte del Congreso tiene investigaciones a cuestas. Así mismo, el informe sostiene que “una posible cadena de condenas sería letal para la legitimidad de los procesos políticos”.
Hay investigaciones para todos los gustos: por parapolítica, farcpolítica, tráfico de influencias, celebración indebida de contratos y prevaricato, entre otros. Son cerca de 160 congresistas con investigaciones en curso que generarían una parálisis sin precedentes y pondrían en riesgo el cumplimiento de las metas del programa de gobierno de Santos.
El colapso del Congreso está anunciado. Los intereses mezquinos de los votantes, y sobre todo la irresponsabilidad de los abstencionistas, pueden precipitar una crisis de legitimidad institucional de enormes repercusiones en todos los ámbitos de la vida nacional.
Resulta increíble que siendo los congresistas los personajes con mayor descrédito en Colombia —sólo superados por las FARC y Hugo Chávez—, mantengan sus carreras políticas y logren reelegirse una y otra vez: Desde el 20 de julio, sólo 27 de los 102 senadores se estrenan en el legislativo, mientras que casi la mitad son reelegidos. En este sentido, 22 antiguos representantes a la Cámara pasaron al Senado y otros cuatro, que ya habían sido congresistas, regresaron al Capitolio Nacional.
Por lo anterior, no sorprende la Espada de Damocles que pende sobre el Congreso de la República, a la que se suma la persecución político-judicial emprendida por la dictadura de los jueces, que avanza rauda en la conquista de sus propósitos.
Como van las cosas, en dos años tendremos un Congreso impredecible, con nuevos protagonistas del equilibrio político, y con un enorme INRI sobre todas y cada una de sus actuaciones.
Sin embargo, ésta podría ser una oportunidad para emprender una reestructuración definitiva y profunda del actual poder legislativo, imponiendo condiciones muy estrictas para los aspirantes al Congreso, y limpiando la cochambre que se ha formado durante mucho tiempo en el Capitolio Nacional.
Si Santos logra aprovechar la coyuntura actual de mayorías, y luego se aplica en una reforma que saque la basura del vecindario de la Plaza de Bolívar, sobre todo en los costados Sur y Norte, dejará atrás buena parte de la historia nefasta de nuestro país.
El nuevo Presidente tiene la opción histórica… ojalá no se amedrente, como ocurrió con Álvaro Uribe, y enfrente con valentía los vientos huracanados que lo golpearían por ejecutar un paquete de medidas que podrían cambiar buena parte del futuro de Colombia. ¿Se animará y tendrá el valor de hacerlo?
4 comentarios:
BRABONEL.
Por lo pronto el Presidente Santos ha construido un inmenso capital político que además haría ver a quien se le opusiera a sus propuestas como enemigo del futuro de la patria (el estilo conciliador de Santos le hace más daño en estos momentos a quienes les encanta ponerle palos a las ruedas del progreso que la confrontación constante que practicaba Uribe y que estaba empezando a agotarse) y aunque parezca contradictorio su acercamiento con Chávez le ayudara internamente a consolidar su fuerza política. Es cierto que la mayoría de colombianos odian a Chávez y a su régimen pero al mismo tiempo temen a una guerra con Venezuela y que Santos este “desatibándola” le hace ganar mucho.
Lo que uno espera es que la administración Santos saque lo más pronto posible las reformas vitales y estructurales que el país necesita para su buen funcionamiento además de garantizarle un nombre en la historia de Colombia a Juan Manuel Santos. Si el Gobierno Santos cae en el juego del Congreso perderá porque esa institución sabe muy bien como dilatar las cosas hasta esperar el momento para cambiar todo para su beneficio que verdaderamente son los intereses de unos pocos.
Hola a todos. Pues por lo leido hoy en el tiempo, en donde se dice que el gobierno decidio retirar el proyecto de ley que le quitaba a la corte la competencia para elegir fiscal, entonces ya lo estoy dudando.
De todos modos es muy pronto para sentarse a llorar viendo a los de siempre darle mas palo al pais.
No hay problemas con las cortes asegura el nuevo gobierno, asusta esa pocicion.
Vargas Lleras me está repugnando con su sumisión total a la mafia de la CSJ.
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