19 de enero de 2012

Censura de prensa en Bogotá

Por Jaime Restrepo Vásquez

El ABC de los regímenes totalitarios indica que una de las primeras medidas que deben tomar es el control de los medios de comunicación. Ya sea que los compren con pauta o que los excluyan de la propaganda vendida como información, la censura es primordial para mostrar el paraíso ficticio que dicen estar construyendo.

Por esta razón, no resulta extraña la denuncia del noticiero CM& sobre la manipulación mediática que viene adelantando la Alcaldía Mayor de Bogotá. Que la nueva administración restrinja la entrada de periodistas y unifique el mensaje de la propaganda “informativa” que sale del Edificio Liévano es una práctica natural del comunismo.

Ahora los bogotanos solo verán lo que conviene a la imagen de Petro, quien evita de esta manera, tanto las preguntas incómodas como el riesgo de difundir las respuestas ramplonas que emita el funcionario con cara de intelectual.

Si Santos ha logrado mantener cautivos a los medios, tapando artimañas como la negociación con las FARC, que ya incluyó un viaje del Ministro de Defensa para concretar detalles con el gobierno brasileño; su muchacho en la Alcaldía hará lo propio, pues el fin es mantener esa apariencia de perfección paradisiaca que vive el país y que pronto se replicará en la capital.

Puede que los medios tradicionales sigan el juego, que los noticieros aliados al proyecto comunista se sumen a la autocensura y que ninguno de ellos plantee preguntas incómodas u objeciones a la gestión, pero el juego político requiere un componente de hechos comprobables, de obras y de acción eficaz que se escapan al control mediático.

Las limitaciones impuestas en la administración Petro pueden funcionar muy bien al principio, pero la ausencia de gestión y las medidas que toquen el bolsillo de los capitalinos, seguramente harán que algunos medios se salgan del corral y empiecen a cuestionar a Petro.

No se entiende tanta prevención en alguien que se cree y ha sido intocable por la justicia, más allá de pensar en la censura como una forma de conservar el capital político que considera tener. A pesar de la propaganda a su favor, Petro sabe que su votación fue escasa y que el voto contrario a sus propuestas fue ampliamente mayoritario en Bogotá.

Así las cosas, el control mediático es indispensable para Petro, pues la matemática no miente y sabe que, en términos reales, la mayoría de bogotanos no es su electorado directo, así la estrategia de dividir para vencer le haya otorgado el triunfo. De la ingenuidad de los votantes al alineamiento con las ideas del nuevo Alcalde hay una distancia muy grande que necesita maquillaje y control de “información”, en especial cuando los resultados de sus decisiones afecten a la ciudadanía.

Petro necesita, por ejemplo en el caso de la prohibición al porte de armas, que las cifras se ajusten a la brava para ocultar el incremento del número de muertos por armas de fuego ilegales, que son el 95 % de las pistolas y revólveres que existen en la ciudad y que están en manos de exconvictos y delincuentes de toda laya.

Ese control de medios también se hace efectivo mediante la designación de expertos en comunicación en cargos técnicos, pues los descalabros en infraestructura, presentes y futuros, serán vendidos, contra toda evidencia, como éxitos rotundos al mejor estilo chavista.

Tanto que se quejaban del “dictador” Uribe y ese “monstruo” nunca impidió que Noticias Uno accediera a los eventos de la Presidencia, ni movió los hilos para quitarle la licencia a la programadora financiada con dineros de oscura procedencia. Ahora, los mismos que atacaban al “monstruo”, guardan silencio frente a la censura petrista.

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