22 de marzo de 2011

Gustavo Petro y los sátrapas revolucionarios

Por Jaime Restrepo Vásquez.

Mi abuela decía: Vaca ladrona, no olvida el portillo. El sábado pasado, Gustavo Petro se consagró en Twitter a tratar de deslegitimar la intervención militar que se viene desarrollando en Libia, manifestando su contrariedad por el apoyo de Colombia a las medidas contra el régimen de Gadafi:



En el trino de Petro se nota una gran desilusión por el fracaso de la diplomacia “constructiva e independiente” —en realidad inoperante, inútil y torpe— que propuso en su momento el amigo en común de Petro y Gadafi en Caracas. Pero ¿qué tipo de diplomacia puede hacerse con un régimen que rechaza hasta los burdos intentos de mediación de sus amigos en el extranjero? ¿Cómo puede plantearse una acción diplomática con un régimen cuyos voceros se contradicen y desmienten unos a otros?

Me pregunto si lo que pide Petro es diplomacia o distracción frente a la ferocidad de un régimen, simplemente por el hecho de ser el resultado de una revolución. ¿Acaso la diplomacia independiente tiene que ver con asumir una posición de indiferencia frente a las amenazas del régimen de la familia Gadafi de hacer correr un río de sangre, con miles de muertos, si no finalizaban las protestas?

Lo cierto es que el mundo no puede quedarse a la expectativa frente a un genocidio en proceso, teniendo en cuenta que los canales diplomáticos con Trípoli son, a lo sumo, caóticos y poco efectivos. Sin embargo, la molestia de Petro parece radicar en el concepto que tiene de Gadafi, a quien excluye de la lista de sátrapas que han sido expulsados recientemente. Dice el viejo amigo de Chávez:


La lista Petro de dictadores afines al mundo occidental no incluye a Gadafi, asunto curioso si se tiene en cuenta que el líder libio, desde hace más de una década, ha cedido a la occidentalización que tanto atormenta a los sectores progres del mundo. Incluso, algunos panfletos de la izquierda recalcitrante señalan que parte de la crisis en Libia se debe a la occidentalización “que el gobierno de Gaddafi ha tenido en los últimos 10 años, que a juicio de sectores avanzados lo ha ido apartando del proyecto revolucionario original y ello ha generado conflictos en sectores revolucionarios.”

Excluir a Gadafi de la lista termina siendo una demostración de lo que Petro considera dictadura y la simpatía que profesa por las tiranías que se imponen con el pretexto de una revolución. Adicionalmente, el político colombiano establece una reserva que le permitiría condenar una hipotética caída del régimen chavista, solidarizándose con el tirano en desgracia. Al sacar a Gadafi, y pedir una diplomacia “independiente”, Petro está alineándose con los sátrapas que terminan dirigiendo los procesos revolucionarios, coligándose con el tirano de la región y mostrando que mantiene viva la esperanza de liderar un proceso revolucionario en Colombia. En esa circunstancia, Petro no aspiraría a menos que al respaldo de sus colegas dictadores y de sus huestes progresistas ante una revuelta que intentara sacarlo del poder.

De igual forma, Gustavo Petro se sumerge en los mares de los supuestos: los tiranos como Chávez y Gadafi, y los aspirantes a esa distinción, tienen la ilusión de un apoyo masivo de sus pueblos y por tal motivo, creen que una acción en contra de sus regímenes se convierte en un atentado contra la autodeterminación de los ciudadanos.


Nadie puede negar que Libia merece la autodeterminación, pero Gustavo Petro olvida que lo primero que hace una revolución ya en el poder, como ocurre en Libia, Cuba y Venezuela, es erradicar dicha autodeterminación para someter a los ciudadanos a la esclavitud de los caprichos y delirios de los tiranos. Y Gadafi no ha sido la excepción: a sus opositores los ha perseguido con ferocidad y ahora, cuando los libios comenzaron a perder el miedo ante las atrocidades del excéntrico dictador, la respuesta del sátrapa es una amenaza de ríos de sangre para aplastar cualquier divergencia.

Es que la confusión de Petro, y el acomodamiento de los conceptos, resulta alarmante: la autodeterminación que reclama es la permisividad frente al genocidio que el régimen libio ha cometido a nombre de la revolución. En cambio, si los sátrapas fueran tradicionalmente pro-occidentales, la situación sería a otro precio y ahí la cacareada autodeterminación se convertiría en excusa para respaldar a los manifestantes.

Así las cosas, resulta claro que Gustavo Petro reclama diplomacia independiente como una jugada que le permita a Gadafi ganar tiempo para aplastar la revuelta en su contra y de paso, borrar del mapa cualquier brote de autodeterminación que surja en Libia… al fin de cuentas, Petro es un pichón de tirano que quiere replicar el ejemplo revolucionario en Colombia y aplicar las mismas dosis de totalitarismo que sus defendidos en África y Latinoamérica.

3 comentarios:

mundochacalblogspot dijo...

UN poco bobas las columnas de los últimos días. Lo que escriba el imbécil cara de rana de petro en Twitter, no da ni para un miserable gruñido en twitter de respuesta. La complacencia del gobierno con los Nule, el caos de Bogota, la inseguridad, Esos maravillosos empresarios que no se lucran de masacres y de secuestros pero que sin embargo le roban la plata a esos envidiosos doctores estrato 1, 2 y 3... eso sí da para algo más. No entiendo realmente el punto de Atrabilioso. Ya ni los uribistas (ni el propio Uribe!!!) parecen prestarle atención a estos fenómenos que denuncian uds en su columna. Me gustaría saber la opinión de Jaime Restrepo como abogado y como abogado Cristiano, respecto a la negligencia de este gobierno y del gobierno gringo frente a los Nule.... Pero lo más probable es que borren el comentario.

Atrabilioso dijo...

CHACAL:

Que los urbistas, o el propio Uribe no le presten atención a algo, no significa que yo tenga que ajustar mi posición y mis escritos a lo que ellos decidan. De hecho, si usted quiere encontrar escritos sobre los temas que tanto le inquietan, podría comenzar por escribir sobre eso en cualquiera de sus blogs.

De otro lado, si quiere conocer la opinión de un abogado sobre algún tema, los consultorios jurídicos están a su disposición. Además, que un abogado sea cristiano, no debe ser materia de divergencia en sus posiciones o argumentos.

En cuanto a los Nule,no veo negligencia del "gobierno gringo", pues las acusaciones le corresponden al poder jurisdiccional de ese país y no a la Casa Blanca. En cuanto al gobierno colombiano, la negligencia debería buscarse en el poder que han adquirido los derrotados en las últimas elecciones, quienes controlan buena parte de la administración nacional y fueron los promotores de la catastrófica empresa.

Saludos.

Atrabilioso dijo...

CHACAL:

Repasando su comentario, no puedo dejar de mencionar una situación: su abierta aceptación de que el individuo tiene que seguir las directrices y someterse a la agenda de aquellos que rigen la ideología con la que simpatiza, renunciando a la conciencia autónoma. Eso me recuerda un libro de Olavo de Carvalho: El idiota colectivo, que dice en su introducción lo siguiente:

"El imbécil colectivo no es, de hecho, la sumatoria de determinado número de imbéciles individuales. Al contrario, es una comunidad de personas de inteligencia normal o incluso superior que se reúnen movidas por un deseo común de imbecilizarse entre sí. Si es un deseo consciente o inconsciente, no es el punto: lo importante es que el objetivo generalmente se logra. ¿Cómo? El proceso tiene tres fases. En primer lugar, cada miembro de la comunidad se compromete a percibir solamente lo que esté siendo percibido simultáneamente por todos los demás.

En segundo lugar, todos creen que el esquema así obtenido es el único y verdadero mundo. En tercer lugar, todos aseguran que el mínimo común divisor mental que opera en este esquema es infinitamente más inteligente que cualquier individuo humano desde dentro o fuera de dicho grupo".


Saludos.