27 de agosto de 2012

“Si no existieran los medios, no existiría el terrorismo”


Por Jaime Restrepo Vásquez

Hace algún tiempo, buscaba el tema para mi post semanal y justo en esos días, las FARC habían cometido toda suerte de tropelías en diversos puntos de la geografía nacional.

El tema estaba servido en bandeja de plata. Sin embargo, sentí que era demasiado fácil y redundante el abordar ese asunto, pues los medios estaban consagrados a difundir y a justificar el salvajismo de las FARC.

Además, ¿yo por qué tendría que servir como instrumento para cumplir con los propósitos del grupo terrorista de doblegar a la nación para que, trémula de pavor, exija la salida negociada al conflicto? En ese momento rondó por mi mente una justificación para escribir sobre el tema: tratar de mostrar otro ángulo y dejar en evidencia, una vez más, la relación entre el propósito político del apaciguamiento entronizado en el gobierno y el incremento del terrorismo de las FARC y del ELN. 

Sin embargo, con ese fin, resulta inevitable abordar las acciones específicas de terror, discriminarlas por el número de muertos o las innumerables víctimas que deja cada feroz arremetida de las FARC: ¿O no son víctimas, por ejemplo, los tumaqueños o los araucanos, quienes hoy padecen la falta de electricidad como consecuencia de las prácticas terroristas de los “humanitarios y pacifistas”? Pero eso poco importa, pues en el Tugurio Capital Bogotá, para sus admiradores se entusiasman casi hasta el paroxismo, con la sola mención de la paz a cualquier precio.

Hablar de la barbarie, finalmente, termina cumpliendo con el objetivo del terrorismo, que es diseminar el pánico a través de los medios para presionar a la ciudadanía a identificarse y resignarse con sus imposiciones políticas e ideológicas.

Esas consideraciones se convirtieron finalmente en un obstáculo formidable a la hora de escribir, pues terrorismo y política van de la mano, sobre todo cuando un gobierno está empeñado –contra todo asomo de sensatez en negociar las leyes con los terroristas y premiar a los criminales “altruistas”. 

Para alguien que busca hacer periodismo de opinión, la mención del terrorismo finalmente se puede evitar. Aunque resulte difícil, hay otros temas que no pasan por la agenda de terror que quieren imponernos a la fuerza en Colombia. 

No obstante, los medios de prensa si se ven obligados a publicar las acciones del terrorismo, pues existe un compromiso de informar a la ciudadanía.  Entonces, ¿qué y cómo informar? Sobre el qué, la respuesta no debería generar dudas y todo lo que ocurra, necesariamente tendría que ser dado a conocer por los medios de comunicación. 

Sin embargo, la complicidad con el actual gobierno llevó a los medios a esconder su alineamiento detrás de una supuesta prudencia, llegando incluso a la procacidad de sesgar la información para dar la sensación de que la autoría de los ataques terroristas no es de las FARC, sino de unas fuerzas oscuras que hasta la fecha, nadie se ha dignado individualizar. 

Con el paso de los días, y en voz baja, algún funcionario gubernamental da a conocer que las FARC estuvieron detrás de la monstruosidad, pero con el público ya saturado de los detalles de un atentado, y con nuevos hechos de terror con carne y sangre más frescas; los medios les dan poca visibilidad a los responsables de las atrocidades. Claro que eso finalmente es una excusa, pues en realidad la prensa en general ha hecho su mejor esfuerzo para tratar de ocultar la participación de las FARC o del ELN en los atentados y demás episodios del terrorismo colombiano.  

En cuanto al cómo difundir la información, en Colombia se han visto algunas iniciativas irrelevantes, como no transmitir un ataque terrorista mientras se produce, o presentar las imágenes en blanco y negro, de las tragedias ocasionadas por los terroristas. Tales saludos a la bandera contrastan con la detallada cobertura de los sucesos relacionados con el terrorismo, como las liberaciones de secuestrados, que recibieron tal difusión que finalmente las FARC obtuvieron un botín importante en cuanto al posicionamiento de la falaz imagen de humanitarios.

Es más: ¿A quién le importa lo que diga un terrorista como ‘Fabián Ramírez’? Que un noticiero de televisión le haya dado un enorme despliegue al mismo discurso trasnochado de las FARC, es la confirmación de la desfiguración colombiana del concepto de noticia, que es la difusión de un hecho novedoso, o la transmisión de una comunicación antes desconocida.  En la aparición de ‘Fabián Ramírez’ en horario Triple A, no había ninguna novedad –salvo que está vivo, lo que se pudo informar en poco menos de 20 segundos y lo que dijo, letra por letra, es el mismo conjunto de arengas y desafíos de las FARC, ampliamente conocido por la ciudadanía. 

Así las cosas, ¿cuál era el interés de ese canal al transmitir la alocución del terrorista? Mucho me temo que el asunto pasa por una agenda en la que el medio se convierte en cómplice del terrorismo, transforma las arengas en noticias exclusivas y contribuye a generar un ambiente de mayor zozobra en el que se va generalizando la idea de que la única salida posible es la negociación de las leyes con los criminales “altruistas”. 

Que ‘Fabián Ramírez’ aparezca tranquilamente en televisión, envía un mensaje que connota la recuperación del poder de las FARC, incluyendo la reconquista de territorios en los que ya no temen la presencia de las Fuerzas Armadas, pues sencillamente no están, o yacen en los cuarteles o son frenadas por órdenes superiores o fiscales comprometidos con la causa terrorista.

Ante semejante situación, percibida por el televidente común, la salida es la negociación, que presume ingenuamente, servirá para contener el avance de los terroristas. Además, como ya existen los mecanismos para el “éxito” de esos diálogos –Marco jurídico para la paz y los hermanitos Fidel Casiano y Raúl Modesto han prestado la isla de su propiedad para los encuentros entre terroristas y representantes del gobierno, pues solo queda en la retina del televidente la sensación de que la única salida es premiar medio siglo de barbarie con puestos, prebendas e impunidad. 

Me superó el hastío. Otra vez terminé publicando sobre la misma tragedia, con los mismos actores, y con la certeza de que es inútil tanto la redundancia como el ejercicio de escribir sobre Colombia.  Es tiempo perdido. 

5 comentarios:

Chriskpf dijo...

Entiendo el hastío Jaime, es increíble que la experiencia del Caguán se haya olvidado y que el gobierno criminal y los medios actúen con tal descaro sin que la gente tenga el menor asomo de dignidad. ¿De que estaremos hechos los colombianos?

Las únicas voces de protesta se escuchan en Twitter. Pero son voces ahogadas por el ruido de los “Pirrys” que abundan en los medios y la gente idiotizada con el cuento de la paz negociada.

Para algunos como yo, Atrabilioso es como ese salvavidas en donde uno puede encontrar que hay semejantes que se indignan con el crimen o al menos que todavía distinguen lo que es un crimen o un robo de lo que no lo es… Parecerá increíble pero los colombianos no entienden que el matar policías es un crimen y no una estrategia de guerra o daño colateral.

Un abrazo Jaime y ojala quede algo de esperanza en medio de toda esta cloaca de hampones que han venido a terminar de destruir lo que quedaba de democracia.

Tunombre dijo...

Atrabilioso:

Si no recuerdo mal siempre ha habido en latinoamerica, particularmente en Colombia, preocupacion por la calidad y precision en el idioma por lo que es siempre sorprendente el uso recurrente de su mal uso con fines destructivos. E incluso ha sido parte del ejercicio politico su buen uso.

Es al menos lo que uno lee u oye, y se nota su buen manejo en el 'populacho' a pesar de todo lo que ha ocurrido. Por lo que sorprende que sean los medios precisamente los encargados de re editarlo, sera 'al gusto' o por necesidad de mantener control sobre el lector? o sera producto de problemas con la economia?

Mi pregunta con respecto al tema es si usted cree que estos problemas son consecuencias del degenere del idioma. O lo contrario.

Y si es asi, no cree que ayudaria el refrescar esa parte vital dentro de la sociedad para evitar confusiones?

Algo asi como 'una constituyente sobre el idioma y la comunicacion basica': que es paz, ley, victimas, victimarios, guerra, acoso, abuso, respeto/irrespeto, vecino, politica, juez, estado, republica, nacion, gobierno, economia, dinero, etc etc.

Me parece que disminuiria la sinverguenzeria y permitiria el liderazgo util, o ideas valiosas ser evaluadas mejor por la multitud.

Es mucho pedir, y quizas ofenda a algunos, pero veo que se estan perdiendo ideas valiosas. Y hasta se acosa a la gente equivocada, mejor dicho a aquellos cuyos aportes no son causas de problemas a la nacion, sino mas soluciones.

Saludos y disculpe mi intromision.

Tunombre dijo...

Haga 'el experimento', la gente parece no entender, y eso lleva ya tiempo. Ya ha mejorado. Ahi radica la esperanza.

Hay que tener cierto grado de confianza para poder orientarse, y si eso no se da como que quiebra la comunicacion mas elemental, la que ni siquiera requiere el mismo idioma y se basa en las acciones.

Es horrible el observarlo aun en los mas eruditos y comprobarlo aun en los mas ignorantes.

Hay que retomar el camino mejor, hay que salirse del que lleva cuesta abajo, la devolucion.

Atrabilioso dijo...

Chriskpf:

Ciertamente el ciclo se cumplió, aunque la esperanza está más viva que nunca.

Un abrazo enorme.

Atrabilioso dijo...

Tu nombre:

Ha dado en el clavo: es la desfiguración del idioma, la semántica disfrazada de grandes anhelos que termina siendo una pavorosa mentira que se compró por la desidia y la insensatez.

Un abrazo enorme y gracias por siete años de respaldo.