16 de julio de 2012

Norte del Cauca: ¿Escenario de la gran batalla?


Por Jaime Restrepo Vásquez

La escalada militar que las FARC han desplegado durante los últimos días en el Cauca no puede explicarse desde la perspectiva de un conjunto de acciones terroristas sincronizadas. De hecho, la situación se venía incubando de tiempo atrás y fue planificada con sumo cuidado por el grupo terrorista.

Desde el año 2005, algunos sectores comenzaron a presionar al gobierno Uribe, para que cumpliera los caprichos de las FARC y despejara los municipios de Pradera y Florida, en el departamento del Valle. Tal exigencia, respalda incluso por el entonces gobernador Angelino Garzón, no tenía como finalidad la búsqueda de un escenario para unas hipotéticas negociaciones de paz: con este despeje, las FARC intentaban consolidar el corredor de movilidad entre el Cauca, el Valle y el sur del Tolima.

Por un lado, el Cauca ha representado para las FARC, además de una importante fuente de recursos gracias a los cultivos ilícitos, un territorio en el que reclutan a numerosos indígenas que se entregan con docilidad a la causa terrorista. De hecho, el ahora embajador en el Perú, Luis Eladio Pérez, en su libro 7 años secuestrado por las FARC  dice: 
“Muchos miembros de la guerrilla, tanto hombres como mujeres, son indígenas y, por lo tanto, grandes conocedores de la zona.  Por eso eran los guías en las marchas”.
En cuanto al sur del Tolima, el Parque Natural de Las Hermosas, históricamente ha sido un santuario terrorista. De hecho, durante varios años se adelantaron en la zona, distintas operaciones militares para dar de baja al terrorista ‘Alfonso Cano’, quien utilizaba el corredor para desplazarse hasta el norte del Cauca, zona en la que finalmente fue dado de baja.

Así las cosas, por lo menos durante siete años, la importancia del corredor que comunica al norte del Cauca con el Valle y el sur del Tolima era ampliamente conocida.  No obstante, solo hasta hace poco más de dos meses, se tomó  la decisión de cortar ese corredor, con la instalación de un batallón de alta montaña en el Cerro de Tres Cruces, en inmediaciones del municipio de Miranda, también en el Cauca.

Ante la ocupación territorial del área estratégica, materializada a principios de junio de este año, surgió de inmediato una respuesta por parte de numerosos pobladores de Miranda, previo acuerdo con las FARC, según afirma la representante de la Organización Pluricultural de Pueblos Indígenas de Colombia: más de 200 indígenas acamparon junto a la base militar de Tres Cruces, exigiendo el retiro de la unidad militar. De hecho, según el comandante de la Brigada 24 Móvil del Ejército, existía preocupación por la posible presencia de miembros de grupos ilegales en dicha manifestación.  Más claro: las FARC estaban movilizando a los indígenas en Miranda, para evitar la interrupción del corredor estratégico.  

Es que justamente el municipio de Miranda es el punto neurálgico del eje que comunica el Valle con el sur del Tolima y el norte del Cauca –Toribío y Jambaló, por lo cual, una presencia constante del Ejército en el lugar, dificulta la salida de narcóticos y el ingreso de suministros y material de intendencia para las FARC. (Ver mapa)


Esa movilización de indígenas, que ha crecido en los últimos días con las asonadas realizadas contra instalaciones militares y policiales, no es gratuita. Además de ser socios de las FARC en la producción de narcóticos, muchos de ellos tienen lazos de sangre sumamente fuertes, pues un alto número de combatientes de las FARC son indígenas y sus familias se mueven para favorecer –o proteger a aquellos jóvenes que tomaron las armas. 

Con el paso de los días se evidenció que la protesta en Miranda era solo la retaguardia de una acción que las FARC venían trabajando de tiempo atrás en esa zona del país. Para tal fin, durante varios años, los terroristas concentraron material bélico y logístico en el norte del Cauca y después de la muerte de ‘Alfonso Cano’, emprendieron una reubicación de numerosos frentes que se trasladaron de Las Hermosas y del Huila, al norte del Cauca.

Ya con las armas y los combatientes en sus posiciones  la mayor parte milicianos disfrazados de civiles e indígenas  solo era necesario esperar a que el gobierno instalara la base en Tres Cruces, para tener una excusa que les permitiera iniciar la escalada militar. La primera fase de la ofensiva fue la protesta en Miranda. Un mes después, fue activado el núcleo militar en Toribío y Jambaló, poblaciones atacadas sin misericordia por el grupo terrorista.

Sin embargo, con la situación en Miranda, la respuesta del Estado se torna difícil, pues hay un escudo humano que impide el cerco militar contra los 600 combatientes que las FARC están utilizando para la escalada contra Toribío y Jambaló. Además, al suroccidente del Cauca, concretamente en el municipio de Argelia, las FARC vienen ejecutando la fase de inmovilización de refuerzos, pues al menor movimiento de las unidades del Ejército o de la Policía –para respaldar a las tropas que están ubicadas al Norte, se presentan ataques y escaramuzas que impiden el abandono temporal del sector.

En su momento, ‘Tirofiijo’ aseguró que la gran batalla se daría en el páramo de Sumapaz. Pues bien: los hechos demuestran que es el norte del Cauca el epicentro de la gran batalla, y que de las decisiones que tome el gobierno nacional dependerá que las FARC pierdan este gran esfuerzo o recuperen el control territorial de una zona estratégica, lo que permitirá el resurgimiento sangriento de los terroristas y la prolongación en el tiempo de la confrontación. 

No hay que perder de vista que la crisis del Cauca puede ser aprovechada políticamente como la demostración de la existencia de un conflicto entre el Estado y algunos de sus ciudadanos, lo que unido a la consolidación de las FARC en ese territorio, abriría de inmediato las puertas para la declaratoria del estatus de beligerancia para el grupo terrorista… en esas condiciones, los aúlicos del diálogo claudicante tendrán las herramientas para presentar oficialmente las negociaciones de “paz”.  ¿El gobierno escogerá la batalla final o la rendición y el premio al crimen altruista? En el norte del Cauca está la respuesta. 

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