Indignan, por decir lo menos, las presuntas amenazas contra los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. El solo hecho de considerar que pueden ser víctimas de los violentos es una afrenta no sólo contra los individuos, sino también contra toda la sociedad.
Sigo pensando que los magistrados de la Corte Suprema son, en su mayoría, prevaricadores de oficio que deberían ser procesados con todo el peso de la ley, siguiendo el ejemplo del Tribunal Supremo de España, que avanza en el expediente contra Baltasar Garzón.
La aspiración a la justicia es una premisa fundamental de la democracia, y ésta se basa en el apego estricto a la Constitución y a la ley. Entonces, en contravía de las arbitrariedades que han cometido la mayoría de magistrados de la Corte Suprema, se espera que los encargados de impartir justicia castiguen los delitos y desmadres que han liderado los prevaricadores togados.
El tema de las amenazas resulta complejo. Una semana antes de las elecciones, la Corte Suprema denuncia la vulnerabilidad de sus integrantes en materia de seguridad, después de la captura de dos individuos armados, en inmediaciones de la residencia de tres magistrados. Unas horas después, los dos individuos son judicializados por el delito de porte ilegal de armas. Uno de los sindicados se declara culpable y es liberado, mientras el otro proclama su inocencia y continúa en la cárcel.
Resulta esclarecedor este episodio, pues los presuntos sicarios fueron procesados únicamente por el delito de porte ilegal de armas, lo que demuestra que no existe prueba alguna que implique a los capturados en un complot para asesinar a los tres togados.
Pero eso no importa: la Corte Suprema de Justicia, en contubernio con la Fiscalía General, aprovechó la captura y armó un escándalo con intenciones netamente políticas. En un comunicado, el máximo tribunal exigió que cesen todos los embates contra sus actuaciones, mostrando que sus decisiones tienen el halo de la infalibilidad y que cualquier crítica es sinónimo de amenaza.
Nada como una presunta amenaza para tratar de mover al público a favor de los desmanes judiciales a una semana de las elecciones parlamentarias. Ellos quieren refrendar la imagen de adalides justicieros que están luchando contra las mafias enquistadas en el poder, lo que no incluye, claro está, a los criminales altruistas que desde el poder han favorecido a las Farc y se han alineado con el proyecto totalitario latinoamericano.
El episodio de la Corte recuerda una antigua práctica mafiosa. A finales de la década de los 80, los individuos emergentes que querían mostrarse poderosos, llevaban tras de sí un séquito de escoltas, con lo que buscaban posicionarse como socialmente importantes. Eso de llevar dos motos abriendo vía, con varias camionetas detrás de un vehículo, era de lo más chic para los nuevos ricos —léase narcotraficantes, políticos en ascenso, etc.—. Parece que las costumbres mafiosas quedaron como fijación en las mentes de algunos funcionarios —paranoicos, además— que buscan tener sus propios ejércitos de guardaespaldas.
El gobierno tiene razón en suministrarles toda la parafernalia de seguridad. Hay que evitar a toda costa que de repente una amenaza sea cierta y termine en un atentado.
Sin embargo, la denuncia de amenazas es uno de los deportes nacionales que da más estatus. Recuerdo a una bloguera que denunciaba cada rato amenazas en su contra. Esa misma mujer sostenía que en Colombia no podíamos vivir los uribistas con los “progres” y que deberíamos irnos del país de inmediato.
La comunidad venía denunciando el cúmulo de irregularidades cometidas en la reestratificación impuesta en Bogotá. Como el agua le estaba llegando al cuello, la Secretaria de Planeación armó un alboroto enorme por una supuesta amenaza. Total: los medios, muy juiciosos, dedicaron su atención a la amenaza y no a la arbitraria decisión de la Alcaldía. A Daniel Coronell supuestamente lo amenazaron y huyó del país. Un tiempo después, con el mismo gobierno y con la misma situación de seguridad, regresó y vive cómodamente en Colombia… la amenaza le dio estatus y visibilidad, como ocurrió con el “decente” Felipe Zuleta y Gustavo Petro.
El sicariato
Existe una gran preocupación por el sicariato físico en nuestro país. No es para menos, pues esa es una forma de terrorismo que está resurgiendo peligrosamente en Colombia.
No obstante, la ciudadanía parece dormida frente a otra expresión del terrorismo: el sicariato moral. Es de tal magnitud el asunto, que cualquier cobarde, escudado en el anonimato que permite la internet o en un cargo judicial, asesina la honra de un individuo, en un acto aberrante que es ejercido con total impunidad.
Un fallo tendencioso de la justicia, o una afirmación de algún mequetrefe que esconde su cobardía en un seudónimo, son suficientes para destruir la honra de un ciudadano y de su familia. Ante tal situación, la víctima no puede defenderse y la aspiración a la justicia es sólo una quimera que se diluye con el paso de las horas.
Abundan los ejemplos de esta forma de sicariato. El magistrado auxiliar Iván Velásquez quiso destruir la honra de Germán Vargas Lleras. Para tal fin, emborrachó a uno de los supuestos testigos y finalmente no consiguió nada.
Daniel Coronell emitió una entrevista al paramilitar Francisco Villalba en la que denunciaba que Álvaro Uribe Vélez había participado en la masacre de El Aro. En dicha entrevista, Villalba aseguró que tenía pruebas y que las entregaría oportunamente. Lamentablemente el paramilitar fue asesinado y las pruebas jamás aparecieron. Si Coronell tuviera una gota de ética, la entrevista habría salido al aire siempre y cuando el medio hubiese tenido acceso a las evidencias, pues una premisa del ejercicio periodístico es el contraste de las fuentes y otorgarles credibilidad con base en las evidencias que aportan.
Es una tragedia: la creciente presencia de los sicarios, en moto o detrás de un escritorio, se convierte en una amenaza que deja a los ciudadanos en un estado creciente de vulnerabilidad que deteriora seriamente la aspiración de un verdadero Estado de Derecho.
Por Jaime Restrepo.
9 comentarios:
Yo no puedo entender cómo se consiguen esas capturas cuando los presuntos criminales no habían empezado a actuar. Mejor dicho, lo entiendo muy bien: los capturados son gente sobornada para producir la noticia de que el gobierno, es decir, el enano narcoparaco que dirige el narcoparaestado, quiere matar a los magistrados. ¿A quién le iba a interesar atentar contra esos hampones?
En Colombia en las décadas anteriores hubo mucha gente de familias influyentes o bien situadas involucrada en el tráfico de drogas. Hoy intentan ocultar su pasado. Lo mismo pasa con todos los que se han lucrado de los secuestros gracias a las ONG y al activismo político a favor de los terroristas. ¿Podemos dudar de que tendrán que ocultar ese pasado dentro de poco tiempo? También en su momento los nazis se paseaban orondos por Europa, convencidos de que el mundo les pertenecía.
Lo mismo pasa con los criminales que han montado esa industria de la amenaza. ¿Cuántos colombianos del futuro tendrán parientes asesinados por las bandas criminales? Esas personas sentirán asco ante los que, al tiempo que se lucraban de los crímenes y figuraban como "intermediarios" protegiendo a los secuestrados y buscando la paz, obviamente.
Todo eso pasará y los hampones quedarán como lo que son. Por cierto, ¿se ha dado cuenta alguien de lo que pasa en la Fiscalía? Es evidente que intentan poner a sus "fichas" en cargos de poder para "orientar" las investigaciones.
Pero en fin, lo dicho: la década que termina no será menos ignominiosa que las anteriores para Colombia. Y es curioso que siempre sean protagonistas los jueces, en los ochenta como aliados de Escobar, en los noventa como cómplices de Samper y en la década actual comprados por Chávez.
BRABONEL.
Lo mas probable sea que los caturados sean verdaderos sicarios que fueron contratados para asesinar a alguien sin ninguna informacion, mas claro primero se desplasarian al lugar y luego resivirian la informacion, que estuvieran viviendo cerca de las casas de las supuestas victimas demuestra que no contaban con la informacion de lo contrario se hubieran movido del lugar, claro suponiendo de que se trataba de profecionales. Ningun profecional convertiria su rostro en algo comun en el lugar donde va a efectuar la fechoria. efectivamente, el caso suena a un show mediatico montado por los mismos magistrados, una de las razones para no perder protagonismo haciendolos ver como seres que estan arriesgando sus vidas para "limpiar al pais" y segundo motivados por calculos electorales, la amenaza se convida con los "estudios electorales" hechos por los valencias las claudias lopez los cepedas ecetera sobre filtraciones paramilitares en los partidos Uribistas con un fuerte despliege mediatico.
Una realidad es que la gente cada vez esta viendo a la CSJ muy cerca a la ideologia de izquierda ademas de anti Uribista, mas claramente la estan persiviendo como un factor mas de opocicion y seguramente ese hecho tambien los motivo a que se autoamenazaran para desviar un poco las criticas que esta resiviendo de la opinion publica.
JAIME RUIZ:
Durante las primeras horas del incidente, algún medio informó que los sujetos estaban buscando a un tipo con antecedentes.
Su descripción de lo ocurrido en las décadas anteriores se ajusta a la realidad, y agregaría que esos mismos eran los que lucían ejércitos de escoltas que confirmaban su estatus socio-económico.
Antes se hablaba del gobierno de los jueces... ahora son dictadores que incluso invitan al golpe de Estado.
Un abrazo.
BRABONEL:
¿Será que la gente está viendo así a la Corte? Me gustaría que fuera así, pero no creo que la realidad sea comprendida por un alto porcentaje de la población.
Un abrazo.
BRABONEL.
Primero la corte a tenido muchos enfretamientos con el Presidente, segundo la corte mira en una solo direcion: persiguiendo parapoliticos, tercero la opocicion sale a defender a la corte cada vez que puede. Yo dudaria que fuera poca la gente que ve a la corte como dse izquierda opositora y ultra anti Uribista. La gente no es tan tonta.
Lo que me parece simpático es que ningún medio asoció a los capturados con los intereses del gobierno sino con paramilitares probados, pero los comentaristas de este blog saltan a defender el nombre de quien no ha sido nombrado.
BRABONEL:
Mi duda surge de las encuestas, pues en ellas la CSJ es calificada como una de las instituciones más confiables del país y con una reducida imagen negativa.
Un abrazo.
ANÓNIMO:
¿Qué nombre se está relacionando con los supuestos sicarios? Lo que si hago es dar una serie de ejemplos de sicariato moral, algo que el país se ha negado a debatir y que es tan dañino como el sicariato físico. Lo que resulta simpático -una tragedia en realidad- es su comprensión de lectura.
Un saludo.
Juan Manuel Santos acaba de matar su aspiración presidencial con la elección de Argelino Garzón.
Dios se apiade de nosotros.
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