2 de octubre de 2008

La muerte de Luis Santiago Lozano: una tragedia que se hubiera podido evitar

¿Qué hizo la sociedad para proteger al niño de 11 meses de las garras de un depredador como su padre? ¿Qué hizo la sociedad para proteger a ese monstruo de sí mismo? Como muchas de las respuestas que tiene que entregar la sociedad colombiana, una sola palabra es suficiente: NADA.

El asesinato del bebé en Chía demuestra que la irresponsabilidad judicial, la desidia de las autoridades y la indiferencia de la sociedad frente a la impunidad son las principales causas del secuestro y asesinato del niño.

Una persona no pasa de la noche a la mañana de ser un ciudadano ejemplar, o por lo menos apegado a la legalidad, a un monstruo capaz de ordenar la desaparición de su hijo. Mucha sangre, muchas acciones criminales tiene que haber ejecutado para llegar al punto más alto de la criminalidad.

Con el correr de las horas se sabe que el determinador intelectual del secuestro y asesinato es sospechoso de por lo menos un homicidio, el de Jenny Moncada y de la desaparición de su hijo de tres meses, en hechos ocurridos hace cinco años. Desde el principio, cualquier investigador juicioso hubiese llegado inevitablemente a Orlando Pelayo, pues la relación entre el monstruo y las víctimas obligaba a las autoridades a considerarlo en la baraja de sospechosos… pero no ocurrió nada.

Por el contrario: Pelayo nunca fue investigado, ni siquiera interrogado por las autoridades, así fuera para descartarlo como alguien vinculado a los hechos. La enorme falla judicial y la mediocridad del aparato encargado de impartir justicia se hacen patentes en la impunidad de la que pudo disfrutar Pelayo durante casi un lustro.

Pero no fue sólo el asesinato de una compañera sentimental con la que tuvo un hijo que permanece desaparecido. En la comisaría de familia de Chía existe un expediente por maltrato infantil y abuso contra el monstruo Pelayo. El proceso permaneció abierto durante ocho años y la ineficacia e ineficiencia judicial terminaron por desanimar a la denunciante. Esa promesa de una pronta y cumplida justicia, con los “brillantes” miembros del aparato judicial, es casi un insulto para los ciudadanos de bien y desde luego, es una invitación para que los criminales sigan sus tropelías amparados por la ineptitud que les garantiza la impunidad.

Ni hablar de la primera esposa, cuyas acusaciones durmieron el sueño de los justos en los archivos de la justicia colombiana.

Semejante panorama, de haber sido enfrentado con profesionalismo, compromiso y determinación por la justicia de nuestro país; hubiese terminado por enviar a la cárcel al padre asesino de Luis Santiago Lozano. Pero, como siempre en Colombia, la impunidad campea y se pavonea sin ningún pudor, fruto de la ineptitud de aquellos que administran justicia y que ahora están en paro para que les suban el sueldo por un trabajo que no realizan.

Y la sociedad en silencio frente a semejantes sinvergüenzas que quieren secar el erario con más dinero para sus bolsillos en contraprestación por la mediocridad con la que, en el mejor de los casos, realizan sus labores. En cuatro años se ha incrementado en un 85% el presupuesto para la justicia, pero los resultados son cada día más pobres y la ineptitud abre las puertas para que se cometan más y peores crímenes en Colombia.

Si Orlando Pelayo hubiese sido investigado en 2003, como lo fue en esta ocasión, tal vez se habría evitado la tragedia que conmovió al país.

No toda la responsabilidad le cabe al aparato judicial colombiano, pues los ciudadanos hemos sido indiferentes ante la impunidad. Es más: ahora, mientras ocurren estos y otros hechos terribles, seguimos viendo impasibles a los “respetables” funcionarios judiciales en paro, pidiendo un incremento salarial que no merecen y llevando al país a un caos por la imposibilidad de judicializar a los criminales. ¿Acaso a alguien le importa que miles de criminales estén saliendo de los procesos por vencimiento de términos?

¿Y los medios? El afán de vender, la tiranía del rating y el apegarse a un tema “de moda” macabra sólo para satisfacer el morbo de miles y miles de ciudadanos, los ha descarrilado por completo de su función. ¿Algún medio de comunicación publicó el asesinato de Jenny Moncada o la aparición de su cadáver en el salto del Tequendama? ¿Algún director ordenó hacerle seguimiento a esa información? ¡Claro! Era una más de las decenas de muertes violentas que se producen en el país y no merecía el desplazamiento de un reportero al lugar.

Pues un poco de preocupación por ejercer una labor de seguimiento de la información hubiese concentrado la atención del país en ese crimen y habría obligado a las autoridades a aplicarse para encontrar al asesino… ¿Y si el homicida fue el monstruo Moncayo, como lo está afirmando el tío de la víctima, no se hubiera evitado la tragedia que hoy conmueve a muchos en el país?

Pero aquí pasamos de la indiferencia total a la pasión desbordada: unos quieren linchar a los sindicados, piden a gritos la pena de muerte, o torturarlos, o que se los dejen “cinco minutos” para que sepan cómo es la cosa. No importa: en dos semanas la gente estará fascinada con la Selección Colombia y lo de Luis Santiago será un mal recuerdo que ya se habrá desvanecido en el tiempo.

Lo primero que necesita una sociedad es saber que la impunidad es mínima, que su poder judicial ejerce sus responsabilidades y condena a los delincuentes, que el mecanismo de protección a la sociedad funciona y castiga al punto de evitar que un depredador vuelva a sus andanzas y que dicha protección garantiza el acceso oportuno a la administración de justicia para detectar a aquellos que pueden crecer en la escala criminal y persuadirlos por lo duro del castigo.

No es el grito herido de pedir la pena de muerte, un absurdo si se tiene en cuenta el profesionalismo e incapacidad de los encargados de administrar justicia, la solución para la criminalidad en el país. Lo urgente es que la sociedad exija la reestructuración total del aparato judicial, con menos jueces, pero mejor pagados y mucho más competentes. Con más investigadores, con procesos más expeditos como la oralidad en los diferentes procesos ante la justicia y sobre todo, con el compromiso social de combatir la impunidad mediante la presión y la protesta.

Pero con la justicia actual, muchos monstruos aparecerán en el horizonte y muchos más colombianos serán o seremos víctimas de aquellos que disfrutan de la impunidad que les otorga el aparato judicial colombiano, ante los ojos de una sociedad indolente.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

20 comentarios:

Ruiz_Senior dijo...

En ese monstruo hay algo que asusta aún más que lo que pueda haber en Garavito, pero los vengadores me parecen otra clase de monstruos: da la impresión de que estuvieran esperando un pretexto para convertirse en asesinos impunes y con buena conciencia.

El contraste entre la ineptitud del sistema judicial y la pretensión de los funcionarios de chantajear infinitamente a la sociedad es impresionante. Pero en realidad refleja el fondo del Estado colombiano: se trata de una organización cuya tarea es proveer rentas a quienes ocupan cargos, cargos que representan poder sobre el resto de la sociedad y ciertamente ningún deber. Todo es sólo la máscara de la esclavitud de hace 300 años.

Pero hay algo más hondo, tan abismal como la psique de Orlando Pelayo: cuando un juez de esos ha conseguido abusar infinitamente de sus víctimas, imponer aumentos de sueldo escandalosos, pensionarse temprano y hacer el mundo un poco más horrible que si él no hubiera existido, no obstante, se siente orgulloso de su labor. ¡Estuvo muchos años luchando por la justicia! Es decir, por la justicia social.

Yo no creo que ese padre sea moralmente mucho más monstruoso que esos jueces. Pero son la mayoría. En realidad, los verdaderos representantes de las clases acomodadas colombianas. Lo que despierta escándalo es que uno no comparta la admiración que despiertan esos luchadores.

Lo dicho: un muladar.

Anónimo dijo...

BRABONEL.

Excelente escrito Jaime Restrepo. Los verdaderos culpables están en paro mientras hay miles de Moncayos en las calles haciendo de las suyas. Mi pregunta ¿Por qué ningún político a fin al Gobierno acorrala al aparato judicial así sea para aprovechar políticamente este momento coyuntural? A mi me late que buena parte de los políticos terminan siendo iguales que los que trabajan para el aparato judicial y pedirle cuentas a esa gente seria como pedírselas ellos mismos. Colombia necesita con urgencia un partido político cívico, no importa que al principio sea tan minoritario que cause risas pero tendría la suficiente moral como para acorralar a los bandidos judiciales y luego crecer electoralmente gracias a ello.

Por lo menos las Martas Lucias Ramírez deberían hacer sentir su voz en contra de los verdaderos culpables: el aparato judicial que además de inepto esta politizado a favor de un régimen totalitario.

Gmar dijo...

Lo que realmente ayuda a persuadir a un delincuente (aunque sea en parte) de cometer un delito, no es la cantidad de años que le impongan sino la seguridad de que va a recibir castigo.
Y eso lo podemos comprobar de la siguiente manera: Imaginemos que en al año de 2003 cuando fue acusado el criminal Orlando Pelayo existía la cadena perpetua. ¿De qué hubiera servido si el juez de turno actuaría como estaba acostumbrado a hacerlo, con negligencia?. Y el resultado hubiera sido el mismo: libertad e impunidad para Pelayo.

Siempre me ha parecido absurdo que si un juez que juzga a un acusado, que se empapa de los detalles y gravedad de un delito, la crueldad del delincuente, y del peligro que representa para la sociedad, y que, sopesando toda la crueldad y gravedad del delito , lo condene a 30 años de prisión, y unos pocos años después, otro juez que no está enterado de lo que ocurrió, ni conoce la perversidad y crueldad del preso, estando ya en la cárcel pagando la condena, premie la conducta de éste rebajándole la pena por buena conducta, colaboración, trabajo, estudio, y los iniciales 30 años que era lo que el Juez que llevó el proceso consideró que debía pagar, se convierten en sólo 5 años. ¿Con qué criterio este segundo juez deja a un lado el delito que cometió antes y sólo tiene en cuenta la conducta que tuvo después de la condena?.

Esa rebaja estimula el delito, y los delincuentes saben que recibirán rebaja de pena, por lo tanto, no se preocupan mucho si los capturan.
Hace unos días una persona entró a una fiesta y asesinó a tiros a una mujer. Días antes este mismo asesino había sido capturado como autor de otro crimen y puesto en libertad por culpa del paro judicial. Si el asesino estuviera detenido, este segundo crimen no se hubiera cometido. ¿Cabe la posibilidad de inculpar responsabilidad, no penal pero sí moral, a los líderes sindicalistas del paro?

Anónimo dijo...

Jaime Ruiz,

parece que la capacidad para interpretar, 'el radar', la razon, la racionalidad, etc, estan alterados, por NO SE que razon: "da la impresión de que estuvieran esperando un pretexto para convertirse en asesinos impunes y con buena conciencia."

El pretexto o trigger seria la realidad concreta y resultado final: el crimen evidente y ya permeado en la multitud. La gente se ve forzada a tomar la justicia por su cuenta en un acto de desesperacion.

Ya uno ni sabe por que lado pensarlo o por que angulo enfocarlo. Pero tambien si los crimenes se hacen populares y de eso venden y enriquecen ciertas industrias, y ademas 'cotiza' cierta labor de profesionales pues resulta siendo un maridaje, real o coincidental, que cumple la funcion de mantener activa la sociedad. A quien se puede señalar con certeza? alli caben varios tipos de personajes, pero la cruda realidad es que la poblacion y los inocentes son los animalitos a expensas de lo que se les antoje a los anteriores.

Da mucho pesar que la humanidad se esta derrotando asi misma, con el mismo conocimiento y tecnologia que desarrollo.

Hay mucha cortina de humo, y francamente a saber que pescadores son los privilegiados, y ya eso ni importa, que se monten en los tronos que quieran, que se pongan en la prensa interplanetaria si quieren, que se vendan al mejor postor si es lo que los hace sentir mejor, que se crean la mayor inteligencia en la evolucion si eso los contenta.

Pero que dejen a la masa tranquila, que una parte del eden para esa masa que prefiere ciertas normas para seguir viviendo. Que esas bestias formen su propio nicho y alli terminaran su propia 'carrera'.

Ellos ya son otra especie!

Anónimo dijo...

hay mucho trafico en la web, se pierde mucho tiempo

D. dijo...

Yo tengo una fuente confiable según la cual la gran mayoría de quienes abusan de niños terminan apresados y encontrados culpables.

Sigo sin creer que la gente realmente cometa delitos porque piense que la impunidad es alta, o al menos eso podría ser una creencia popular no necesariamente realista que llega a ser solamente un motivo más para animar a algunos a cometer delitos.

Para mí lo que más hace que algunas personas cometan este tipo de crímenes es una combinación de bajo coeficiente intelectual, crecer en un país con cultura de muerte y desprecio a la vida, y algún factor que hace que los lóbulos frontales no se desarrollen adecuadamente y haya mucha gente incapaz de controlar los impulsos primitivos.

Gaviota dijo...

Coincidimos en mucho de lo que está aquí expresado. La justicia es una basura: de acuerdo. La sociedad no hace nada para detener esto: parcialmente de acuerdo (cuando hay marchas, entierros multitudinarios y otras formas de hacer que los integrantes se sientan bien consigo mismos, participamos. De lo contrario no).

En cuanto a los datos de la justicia, no han sido sometidos a escrutinio muy profundo. En efecto, el presupuesto para la justicia se ha incrementado, pero mayoritariamente para cubrir el teatro de justicia y paz, y para montar salas de audiencia para que jueces regañen a todos los que están en ella.

Realmente, el incremento en el gasto no ha sido para mejorar el sistema sino a duras penas para intentar cumplir lo que dice la ley (¿cuanto tiempo duramos sin jueces administrativos?). Adicionalmente, es importante revisar los incrementos en gasto, también desde la óptica de participación en el PIB y participación en el presupuesto. Verán que sigue siendo bajo, porque sigue priorizando gasto militar, que es indispensable, pero que sin acompañamiento de justicia, no sirve para nada.

Pero aún más ofensivo que esto, es que algunas ONG´s y otras entidades, se vengan a atribuir el calificativo de SOCIEDAD CIVIL, para intervenir en lo que les pueda dar protagonismo o rentabilidad (en la mayoría de los casos). Es claro que en Colombia, hoy, el concepto es un conjunto vacío.

Muy buen artículo. Felicitaciones Jaime.

Atrabilioso dijo...

A TODOS:
Lamentablemente a lo largo del día se presentaron algunas dificultades de acceso al foro. Ofrezco disculpas por responder hasta ahora.

Atrabilioso dijo...

JAIME RUIZ:
Me impresionó muchísimo la reacción vengadora de la gente en general: niños, adultos y abuelos querían el linchamiento y la única posibilidad era la pena de muerte, pero lo más dolorosa posible. Y eso es también responsabilidad de los medios, que aprovecharon para unir el morbo de la tragedia con el morbo que genera la pena de muerte.

El sistema judicial está regido por los más deficientes a los que solo les alcanza para un puesto público. El promedio del último examen de carrera administrativa en la Fiscalía lo dice todo: 15 sobre 100. Pero esas deficiencias las compensan, al mejor estilo chavista, con los mecanismos totalitarios.

Un abrazo y gracias por todo.

Atrabilioso dijo...

BRABONEL:
Muchas gracias por su elogio. Su pregunta es tremendamente pertinente y la respuesta resulta escandalosa: No hay un solo representante de los políticos afines al Gobierno que puedan emprender esa tarea. Además, los pocos que podrían hacerlo, están ocupados en la repartija de las elecciones de 2010. Mientras toda esta penosa situación ocurría, Germán Vargas Lleras y Juan Manuel Santos se reunían para acercarse a la consulta multipartidista.

Ahora bien: en esta coyuntura, centrar los focos del totalitarismo y de sus amigos puede ser inconveniente para una campaña política y el que se lance contra la “justicia” colombiana, seguramente recibirá cargas de tal peligrosidad, que su carrera estará en peligro.

Un abrazo y gracias por sus comentarios.

Atrabilioso dijo...

GMAR:
Su ejemplo y postulado son tremendamente válidos. Lo importante, lo fundamental, es que las normas se apliquen, que las investigaciones se realicen a fondo y que los culpables reciban el castigo.

De igual forma, comparto cada palabra sobre su análisis de los jueces, de las rebajas de penas y de la condena real que un procesado recibe. Eso es un estímulo para los delincuentes y una vena abierta para desangrar, literalmente, al país.

Finalmente, yo si creo que los líderes de Asonal Judicial deberían ser investigados por prevaricato por omisión, pues a sabiendas de la comisión de un delito, actúan con negligencia y privilegian sus exigencias (¿chantaje?) sobre las necesidades de la sociedad.

Un abrazo y gracias por sus comentarios.

Atrabilioso dijo...

DIEGOTH:
Lo que usted manifiesta es parcialmente cierto. De un lado hay que contemplar el tema primario que es la denuncia en el cual hay un enorme déficit: se calcula, según datos de Bienestar Familiar, que solo el 15% de este tipo de crímenes es denunciado. Además de los temas de fuero interior por los cuales la gente no cree o no denuncia, está la convicción de un proceso tortuoso que no llega a nada. Hay ejemplos gravísimos de esto: un padre de familia denunció a una pandilla de su barrio por la violación de su hija. El fiscal encargado llegó al colmo de exigirle el número de cédula de los violadores para poder procesarlos. La denuncia la presentó hace más de seis meses.

Coincido con usted en que la gente decide la comisión de un delito no solo por el factor de la impunidad. Pero ese factor, a mi juicio, si tiene relevancia, pues el castigo implica una disuasión para que la sociedad se abstenga de cometer un crimen. Si no hay castigo, difícilmente la ley y el orden se imponen, pues no hay una capacidad para intimidar a un candidato a delinquir, ni existe tampoco una posibilidad coercitiva para el Estado en cuanto a la defensa de la sociedad.

Los elementos que usted menciona son válidos, excepto el primero: los sociópatas y psicópatas tienen, por lo general, un alto coeficiente intelectual y lo utilizan hábilmente para la manipulación de sus víctimas y la comisión de sus crímenes. La cacería de la presa, además de la seducción y elementos de atracción, requiere de habilidades y destrezas que demuestran por lo menos, un coeficiente normal. Fíjese el caso concreto de Moncayo: gozaba de la confianza de muchos comerciantes de Chía, le encargaban el transporte de dinero e incluso prestaba el servicio de transporte escolar para algunas personas prestantes del Municipio.

De todas maneras el tema es polémico y las diferencias que usted plantea son las mismas que se viven en las ciencias forenses.

Un abrazo y gracias por sus comentarios.

Atrabilioso dijo...

GAVIOTA:
Quiero contarle que estaba esperando su comentario sobre este asunto y pensaba invitarlo esta noche para conocer su opinión que me parece fundamental para analizar estos hechos.

Los datos de inversión en la justicia se basan en una declaración del Vicepresidente y ciertamente hay un componente importante de Justicia y paz y otra parte, no tengo idea de cuanto, para el apoyo a la CSJ en el tema de la parapolítica.

Las salas para que los jueces regañen a todo el mundo me parecen positivas, pues creo que la oralidad ha permitido agilidad en la administración de justicia, aunque solo soy un espectador foráneo y no una persona relacionada directamente con el asunto como lo es usted.

Coincido totalmente: la Seguridad Democrática sin acompañamiento de una administración de justicia eficaz, es incompleta en el mejor de los casos. Pero creo también que debería promoverse una reforma a la justicia que permita que los mejores ingresen al privilegio de la administración de justicia y que se extienda la oralidad a todas las ramas del sistema jurisdiccional. Me gustaría conocer su opinión sobre lo expuesto anteriormente.

Un abrazo y gracias por sus comentarios.

D. dijo...

Jaime, una cosa son los asesinos en serie que suelen ser bastante inteligentes y astutos (y raros de encontrar), y otra cosa es un criminal común (muy común en Colombia) que no va a presentarse a hacer negocios diciendo "mucho gusto, soy el señor Pelayo y me gusta asesinar niños y mujeres".

Incluso los criminales suelen desempeñar una vida "normal" las ocho horas laborales del día, y solamente quienes conviven con ellos pueden tener suficientes indicios para sospechar acerca de su posible actividad criminal.

Yo creo que la verdadera motivación de esta gente para cometer crímenes es que tienen una fuerte tendencia autodestructiva. De pronto tienen un resentimiento que los hace tomar un largo camino de autodestrucción que implica llevarse por delante a otras personas. En el fondo desean acabar con todo, no vivir plácidamente ganándose el aprecio de la comunidad.

Para mí sólo son una versión más enfermiza y peligrosa que la gente que se la pasa diciendo que está decepcionada de la humanidad, que no hay futuro y que el mundo es malo e injusto. Y creo que esa mentalidad es bastante frecuente, y eso es lo que realmente explica el que en unos lugares más que en otros surjan criminales según el panorama con que crecen y se acostumbran a vivir.

Ruiz_Senior dijo...

No comparto el último párrafo del comentario de Diegoth, al menos no completamente. Lo que realmente previene el crimen, mejor dicho, lo que más previene el crimen, es el arraigo. Nada como una persona cuyos padres provienen de lejos, cuyos vecinos tampoco conocen la tierra de sus padres, cuyos conocidos en general no comparten ninguna memoria común para crear esa personalidad insolidaria que toma el camino del crimen.

Allí donde predomina ese desarraigo no hay costumbres compartidas, de modo que ciertas formas de obrar resultan tolerables, como podría ocurrir con el vestido. ¿Se imaginan un pueblo de esos del cinturón bíblico en el que un señor saliera diciendo que era polígamo y que tenía cuatro esposas? Es algo normal en muchos países africanos, y en alguna época el canibalismo, la esclavitud, etc., eran tolerados.

Por eso en comunidades arraigadas la punición no requiere tanta crueldad, basta la mirada desaprobadora de cualquiera para disuadir al criminal. El caso de PELAYO (no Moncayo, como han escrito dos comentaristas) es extremo, no sólo mataba a sus hijos, sino encontraba cómplices.

También es algo que debería hacer pensar sobre el papel de la religión: tal vez muchos de los que braman en los templos redentoristas fueran capaces de quitar de en medio a los hijos para encontrar una nueva pareja, pero la certeza del grupo de que hay un poder y un sentido más allá de nuestra vida se lo impide.

Atrabilioso dijo...

DIEGOTH:
Estoy de acuerdo en la diferenciación de los criminales en serie, conocidos como sociópatas o psicólatas. Y mi posición se basa en considerar a Pelayo en esas categorías y no en la simple delincuencia común.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola,

creo que pueden variar los casos, puede ser bajo IQ o alto IQ con otro 'glitch', o lo que se le llama mente debil bajo la influencia de algo, tan sencillo como los extremismo que se ven hoy en dia, incluyendo en la web.

Mejor dicho, una mente debil/maleable que se imprima con el desprecio por la vida o por las mujeres lo que genera es ese tipo de cosas.

Parece que hay tantas cosas que hacer hoy en dia, pero la verdad es que evitariamos complicaciones, y gastos muy innecesarios, si algunas cosas centrales las mantenemos, asi sea en las sectas de poligamos.

Bueno, tantos eventos, entre esos la aparacion de estas nuevas especies, ojala se extingan pronto.

Que esta pasando???

MTR

Atrabilioso dijo...

MARY T:
¿Qué está pasando? Bueno, esa fue la pregunta que me hice al conocer esta tragedia. Luego recordé que es la misma pregunta que surge cuando se dan a conocer los crímenes atroces. Generalmente hacemos esa pregunta y no encontramos respuesta. Por eso es necesario avanzar un paso y mirar el entorno primario de un individuo que es capaz de cometer un crimen de sejemante naturaleza: la sociedad.

No importa si es una sociedad desarrollada o una primitiva, pues lo cierto es que los depredadores surgen en cualquiera de ellas. Pero en Colombia se puede dar la convicción de impunidad como un factor importante que influye en la comisión de estos delitos.

Fíjese este caso: supuestamente el sujeto ya sabía que un asesinato no le ocasionaría problemas y eso le permitió avanzar en planes mucho más macabros para quitarse problemas de encima.

A lo anterior se suma el desprecio por la vida, como ha quedado claro en el foro de este post, pues el haber estado sometidos a décadas de barbarie nos ha llevado, como sociedad, a la indolencia.

Yo me pregunto ¿Qué hacemos? Lo que está a nuestro alcance: reducir la impunidad, presionar una verdadera reforma judicial, formar a nuestros hijos con el valor fundamental del respeto a la vida. Pero escucho atento las sugerencias que se tengan para encaminarnos por un sendero constructivo.

Un abrazo.

D. dijo...

A Jaime le parecerá fastidioso pero creo que no ha entendido mi punto sobre la impunidad. Sé que alta impunidad es un estímulo para cometer delitos una y otra vez, más que para cometerlos una sola.

Pero yo me centro más en lo que hace que una persona decida matar a alguien por un motivo estúpido, lo cual muchísimas veces sucede en circunstancias donde no se puede esperar impunidad. Como los casos en que un hombre en un arrebato de rabia asesina a un vecino por algún motivo absurdo aún teniendo varios minutos para reflexionar sobre lo que está a punto de hacer. ¿Dónde puede haber espacio para confiarse en la impunidad de los juzgados cuando se le dispara a alguien en frente de la propia casa y toca salir huyendo antes de que llegue la policía y toca abandonar a la esposa y los hijos para no ser apresado?

Atrabilioso dijo...

DIEGOTH:
Para nada me parece fastidioso y mucho menos viniendo de usted. Su exposición es muy válida y coincido totalmente.

Efectivamente la impunidad no es un factor decisivo en el momento de una reacción desmedida de un ciudadano de bien que se deja llevar por una rabieta que termina en tragedia. Pero si creo que influye en algo y le daré un ejemplo: si a su hijo usted le permite que haga pataletas, que sea irrespetuoso y grosero y no hay una talanquera de su parte (llámela castigo, corrección, etc.), su hijo no tendrá un manejo de marco comportamental que le impida salirse de los márgenes de conducta. Lo mismo ocurre con el ciudadano: si no hay un castigo, si sabe que el vecino mató a alguien y está cómodo en la casa; si a una secuestradora le dan la casa por cárcel por presión del aparato judicial; todo eso influye en definitiva en la conducta, pues el individuo asume que no hay castigo o que lo puede evadir sin mayor dificultad. Puede que el homicida ocasional no tenga presente en el momento de la tipificación, que existe la impunidad. Pero en su fuero interno si creo que es un elemento que influye de alguna manera en la precipitud de la decisión.

Un abrazo.