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23 de julio de 2010

Crisis con Venezuela: la dignidad de Chávez es sinónimo de cinismo

Por Jaime Restrepo.

La última convulsión del dictador venezolano, la ruptura de relaciones con Colombia, constituye una maniobra desesperada para tratar de ocultar la contundencia de las pruebas presentadas por Colombia ante el pleno de la OEA.

El régimen forajido hizo todo lo posible por obstaculizar la presentación de Colombia, presionando incluso al Presidente del Consejo Permanente de la OEA, el ecuatoriano Francisco Proaño, para que se abstuviera de convocar o aplazara la sesión extraordinaria solicitada por nuestro país para presentar las evidencias más recientes de la presencia de las FARC y del ELN en territorio venezolano.

La respuesta del dictador a las peticiones de Colombia resulta esclarecedora: mientras el embajador Luis Alfredo Hoyos pidió una visita de verificación de todos los países miembros de la OEA, para determinar si las coordenadas y las denuncias presentadas son ciertas; el régimen de la pequeña Venecia optó no solo por evadir por completo el planteamiento colombiano, sino que determinó la ruptura total con Colombia.

Según Hugo Chávez, no nos queda, por dignidad, sino romper totalmente las relaciones diplomáticas con la hermana Colombia”. ¡Qué falacia! Si el asunto fuera por el menoscabo en la reputación, fama o prestigio, un mandatario responsable, que sabe que las pruebas son montajes, abre las puertas de par en par para que la comunidad internacional constate la realidad de los hechos. En este caso concreto, lo digno sería mostrarle al mundo, con hechos y no con retórica populista, que Colombia está calumniando al gobierno venezolano.

Adicionalmente, alguien digno e inocente, busca demostrar la injusticia de las acusaciones e invita a todo aquel que pueda confirmar la infamia. Pero como el pecado es cobarde, a los periodistas que quisieron verificar las denuncias, los detuvieron, los desnudaron, les incautaron el material periodístico y los deportaron… ¡Toda una muestra de apertura, transparencia y decencia la del delincuente paracaidista!

Sin embargo, cuando el significado de dignidad es prostituido y termina como sinónimo de cinismo y desfachatez, los forajidos se acogen al recurso desesperado de proclamarse como víctimas y toman decisiones que suponen les permitirán seguir ocultando la realidad de sus vínculos criminales.

La bravuconada chavista, con ultimátum y declaración de tropas en máxima alerta, solo confirma la veracidad de las denuncias de Colombia. De igual forma, el acorralamiento de la solicitud de una comisión para visitar las coordenadas señaladas genera un marco internacional de grandes dificultades para el proyecto expansionista del castro-chavismo.

Las lealtades que ha comprado Chávez en el continente están a prueba: posiblemente quede en evidencia un progresivo aislamiento regional de Venezuela, pues resulta difícil explicar que un régimen que habla de montajes, no asuma la demostración digna de las falacias. No es justificable el desprecio que demuestra la dictadura venezolana contra la comunidad internacional, a la que acude cuando le conviene y repudia cuanto los vientos soplan en contra.

¿Acaso los aliados del chavismo, por esos respaldos fanáticos que incluso los ha llevado a la osadía de negar el contubernio Chávez-terrorismo, no merecerían que se demostrara, ante la vista de todos, que su defensa a ultranza ha valido la pena? ¿Argentina y Ecuador querrán seguir apareciendo muy cercanos a un régimen que cohabita cómodamente con el terrorismo?

Por lo menos en lo formal, y desde la perspectiva internacional, resulta inexplicable que la dictadura venezolana haya decidido huir del escenario, desconocer las evidencias y negarse tácitamente a permitir la visita de una comisión de verificación… ya no sólo ante los gobiernos, sino ante un creciente número de ciudadanos, la decisión del dictador tiene como fundamento el deseo de ocultar hechos contundentes: los campamentos existen, son permanentes y tienen el respaldo de Hugo Rafael Chávez Frías y todos los criminales, delincuentes y malandrines cubanos y venezolanos que lo acompañan en su aventura totalitaria.

Impresiones sobre la sesión extraordinaria de la OEA

Por Jaime Restrepo.

La de Colombia en la OEA, fue una intervención fuerte y contundente, distinta a la diplomacia obsequiosa a la que algunos sectores pretenden regresar.

La presentación de algunos fragmentos de las pruebas que tiene el gobierno Uribe sobre la continuidad de la presencia de las FARC en territorio venezolano, incluso con imágenes crudas como las que registran los cadáveres de alias Jaime Canaguaro y de alias Ciro; obligaron al representante permanente del chavismo en la OEA Roy Chaderton, a recurrir a la descalificación burlona para tratar de aparentar que las denuncias le resbalan a la dictadura que representa.

La sesión extraordinaria de la OEA dejó nuevamente en evidencia la proclividad de la dictadura venezolana no sólo a favorecer a las FARC, sino a deformar los hechos históricos a niveles vergonzosos.

Uno supone que un embajador con tanta experiencia, que va a intervenir en una plenaria, prepara su participación y verifica los datos que expondrá, para no correr el riesgo de hacer un papelón ante sus colegas y representantes de los países que presencian su intervención. Pero eso requiere una dosis de respeto y una posición contraria a la soberbia de nuevos ricos, que es lo que exhiben sin pudor los mediocres funcionarios del chavismo.

El “flamante” representante del chavismo tuvo la osadía de afirmar que en los años ochenta se había realizado en Colombia un intento de pacificación con el M-19, cuyo resultado fue, léase bien, el surgimiento del movimiento político UP. Ésta fue sólo una de las decenas de mentiras, sesgos y cortinas de humo lanzadas por Roy Chaderton, quien señaló, por ejemplo, que Diego Fernando Serna, el presunto sicario que tenía la misión de asesinar a Andrés Pastrana, trabaja actualmente con el DAS, cuando lo cierto es que sigue militando en el Movimiento Socialista Bolivariano, MSB.

Después de la presentación colombiana tomó la palabra el petulante personaje que intentó hacer gala de cultura y refinamiento (a eso exclusivamente se refieren algunos cuando hablan de diplomacia), tratando de exhibir su conocimiento de varios idiomas y proclamando su “amor” por Colombia… seguramente es de esos amores enfermizos, obsesivos y que conducen a la destrucción del ser amado.

El enamorado de Colombia, ex canciller de la dictadura venezolana que como en todo juego de mediocridades, le dio paso al ex chofer de metro Nicolás Maduro, mostró un enorme desprecio por la OEA y sobre todo, una actitud de jugador apocado que ha comprado las conciencias al punto de saberse ganador, a pesar de la ausencia de argumentos y explicaciones, de una partida cuyos resultados acordó previamente con los sobornados.
Ante la seriedad de los planteamientos colombianos, muchos sentimos pena ajena por la respuesta venezolana.