Por Jaime Restrepo Vásquez
Hoy, un amigo muy querido me
hizo una pregunta: «Jaime, dígame, ¿sí habrá revocatoria?». Esa es la pregunta
que muchos nos hacemos en Medellín y en todo el país. Para comenzar a
responderla, es necesario dejar en claro que estamos viviendo una estrategia de
desgaste, financiada por el narcocomunismo y por la corrupción del orden
nacional y local, que son los poderes que sostienen a Daniel Quintero Calle en
la alcaldía.
¿En qué consiste esa
estrategia? En financiar aplazamientos, leguleyadas y engavetadas, de tal
manera que el kakistócrata que desgobierna a Medellín se sostenga
artificialmente en su posición y logre culminar el saqueo que lidera. Además,
esta estrategia de desgaste puede desmotivar a la ciudadanía favorable a la
revocatoria, pues en la sociedad medellinense se vive plenamente la cultura
microondas en la que todo lo queremos de inmediato.
De seguro, ese desgaste
ciudadano es el más alarmante en todo este proceso de revocatoria, ya que, al
fin de cuentas, es la ciudadanía la que debe salir a votar la defenestración de
Quintero Calle y de todo su conciliábulo de gamines corruptos e imbéciles. Es a
la ciudadanía a la que debemos mantener avivada y deseosa de revocar al alcalde,
conservando la posición de cuestionamiento que se ha logrado, mediante el
destape y difusión de las tropelías que cometen a diario desde La Alpujarra.
Puede que, en algún momento,
los ciudadanos se hastíen o se acostumbren a las denuncias y crean que eso es
normal. No obstante, a pesar de la torpeza y lentitud del aparato judicial y
disciplinario, las evidencias e investigaciones tendrán que parir decisiones
punitivas, no solo contra Quintero Calle, sino también contra sus corruptos
conmilitones. Lo fundamental es que esas denuncias se sigan difundiendo, de tal
manera que se conserve encendida la llama de la inconformidad en el electorado
medellinense.
Es necesario insistir en que
estamos enfrentando una fuerza económica y política poderosa, cuyos líderes ––especialmente
Gustavo Petro, con el entramado nacional e internacional que lo rodea, y César
Gaviria–– acordaron el favorecimiento del amoral e inescrupuloso Daniel
Quintero Calle, para que fuera la cabeza de playa en una operación de destrucción con la que pretenden
llevarlo a la Casa de Nariño en unos cuantos años. Por tal motivo, es
indispensable mostrar la verdad: que el actual alcalde no tiene virtud alguna, ni cualidad
medianamente destacable, que lo hagan digno de una posición de poder en nuestra
sociedad. En otras palabras, es fundamental seguir demostrando que él es el
resultado de una maduración artificial y mediática que se contradice con la
realidad.
Justamente la palabra «realidad»
es la que debe estar en el lenguaje de quienes pretendemos revocar al
kakistócrata, pues es la primera herramienta que se contrapone a las falacias y
a los artificios creados para inflar a Quintero Calle. De hecho, él es la
sumatoria de narrativas mentirosas y su vida, aquella que han difundido durante
varios años, es una colección de ficciones que van desde San Andrés hasta
Bogotá, pasando por el Tricentenario y la Universidad de Antioquia. Así las
cosas, el alcalde es un mitómano que quiere sostenerse, también a punta de
pseudología fantástica, en la silla que a mala hora le asignaron unos cuantos
despistados medellinenses.
El desespero y la
inconformidad están haciendo mella en la revocatoria. Esa sensación de
estancamiento es real y no la podemos soslayar. Sin embargo, en lugar de bajar
la guardia, se requiere un liderazgo osado, que busque poner en jaque a la
insignificante pero poderosa jauría demencial, criminal y antidemocrática que
defiende a Quintero Calle. No podemos olvidar que está en juego la democracia y
que se está erosionando, una vez más, un mecanismo de participación ciudadana,
mediante las prácticas más abyectas y malvadas de la narcopolitiquería que
quiere entronizarse, definitivamente, en nuestro país.
La paciencia se agota, y
aunque sabemos que la revocatoria sigue viva, el tiempo es un factor que juega contra
el proceso. Medellín quiere ir a las urnas y ni los corruptos, ni los
clientelistas ––ni mucho menos los narcotraficantes–– van a impedirlo.
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2 comentarios:
No podemos olvidar que ya estamos pagando las consecuencias de su mala administración y que toca nuestros bolsillos: empecemos por el aumento en los servicios publicos
No solo el aumento de las tarifas:¡el deterioro en la calidad de los servicios! Todo está mal, y como usted sabe, no es exageración. Gracias por su comentario.
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